
A mediados del año 1981, más precisamente en febrero de ese año, el mundo entero aún lloraba las muertes de los astros musicales
Lennon y
Marley motivo por el cual decidí brindar un concierto en homenaje a
John y
Bob en la ciudad de San Fernando del Valle de
Catamarca para un centenar de personas.
Recuerdo que unos días antes había estado en Europa jugando un partido de fútbol amistoso con el hasta entonces seleccionado
subcampeón mundial holandés. En este cotejo, gracias a que tuve un gran despliegue dentro de la cancha debido a no menos de diez asistencias de gol,
Johan Cruyff se hizo amigo mío. Claro está que yo era el dos del equipo rival. Durante esos días compartimos charlas en las cuales solíamos hablar todas las tardes acerca de plantaciones de tabaco y café y por supuesto
también de
alcauciles, de la posible caída del muro de
Berlín en el año 1989 y de algunas películas
yankees como
Rambo o
Superman, además de recordar su no asistencia al mundial 1978 por discrepancias políticas con los seres apolíticos que hacían “
crepar” a la nación argentina por aquellos tiempos.
Recuerdo que casualmente en ese mismo año, 1981, la banda inglesa
Queen realizaría algunos
shows en Argentina. Fue entonces cuando un periodista de la revista El Gráfico habló con
Maradona para pedirle que hiciésemos unas fotos juntos
Johan Cruyff y yo.
Cruyff no quería venir a la Argentina por el mismo motivo que no lo había hecho anteriormente. Sin embargo, accedió cuando le dije que sólo estaríamos unas horas durante mi recital y que, luego, en el viaje hacia Paraguay, comeríamos unas empanadas salteñas.
Por su parte, Diego se enojó con el periodista, diciéndole que cómo no iba a estar él, que si él no estaba se podía ir a la puta madre que lo parió, que era un forro y
demases adjetivos.
Tuve que arreglar las broncas llamando personalmente a
Freddie Mercury, que se encontraba en Buenos Aires, para que se venga a ver mi recital junto con Diego
Maradona así completábamos el cuarteto.
Freddie accedió encantado a la idea, más sabiendo que podría presenciar mi
show gratuitamente; a su vez me sugirió la posibilidad de que intercambiemos las camisetas de las insignias patrias. Yo le conteste: “
ah la
pucha! Claro que sí!! Es una brillante ocurrencia vieja!!!
Metámosle para adelante!!!!. Me parece regio!!!!!!”. Quién iba a pensar que un año después Diego y
Freddie se verían enfrentados por una terrible y estúpida guerra.